Como señala Amartya Sen, la base de la desigualdad social es la propia diversidad humana. Es por ello que las desigualdades sociales responden a una amplia variedad de factores, cuya visibilidad, paradójicamente, también es desigual. Y es que, a la hora de atender las desigualdades sociales, las desencadenadas por ciertas variables han permanecido ignoradas. Uno de esos tipos de desigualdad que menos atención ha recibido es la generada por la edad.
Una consecuencia de las desigualdades motivadas por la edad es la pobreza infantil. Cuando se habla de pobreza infantil, ciertos estereotipos nos llevan a pensar en situaciones de pobreza extrema más propias de países en vías de desarrollo, pero eso no quiere decir que en los países económicamente desarrollados no existan menores de edad en situación de pobreza. Aunque no debemos confundir realidades, pues los menores pobres de los países desarrollados no se encuentran expuestos a las mismas condiciones de carestía que los de los países subdesarrollados. Por ello, es importante puntualizar a qué nos referimos cuando hablamos de pobreza infantil en España.
En los países desarrollados, las situaciones de pobreza en la infancia no suelen suponer un riesgo para la propia supervivencia, pero no por ello dejan de suponer una vulneración de los derechos de los niños y las niñas. Y es que las consecuencias de la pobreza en la infancia generan una serie de desventajas que pueden conllevar repercusiones negativas durante el resto del ciclo vital. Desde perjuicios al bienestar y la salud de los menores, hasta la privación de desarrollar plenamente sus facultades o disfrutar de las mismas oportunidades de progreso que los otros niños.
Atravesar una situación de adversidad económica durante la infancia es una experiencia crítica que puede afectar negativamente a diversas dimensiones de las que dependerá el bienestar del menor en su vida adulta: su educación, su salud, su predisposición a desarrollar hábitos perjudiciales, su inserción laboral, etc.
La pobreza infantil es un problema de carácter estructural que se vio intensificado durante la recesión económica de 2008. En un contexto de deterioro de la economía y destrucción de empleo, las familias con menores a cargo fue uno de los colectivos más afectados, especialmente por la ausencia de unas políticas eficaces de protección a las familias y la infancia. Y es que, en España, al contrario que en otros países de nuestro entorno, este tipo de políticas todavía no han llegado a consolidarse como una medida eficaz para combatir la pobreza infantil y garantizar el bienestar de las familias con hijos.
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