Recientemente, el Ministerio de Derechos Sociales ha anunciado una estrategia que persigue transformar el modelo de cuidados en España.
En las últimas décadas, España ha experimentado cambios demográficos y sociales significativos que han cambiado profundamente la estructura de la familia y la dinámica de cuidados. Esta nueva realidad social hace que sea necesario adaptar nuestras políticas sociales y de cuidados a los nuevos riesgos sociales.
Del Modelo Familista a un Enfoque Comunitario
Históricamente, España ha seguido un modelo familista en el que la responsabilidad del cuidado de personas mayores y dependientes recaía principalmente en el ámbito familiar, y más específicamente en las mujeres. Con la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral, este modelo ha mostrado sus limitaciones. Las familias se encuentran cada vez más sobrecargadas, enfrentando dificultades para conciliar la vida laboral con las responsabilidades de cuidado. El nuevo enfoque propuesto por el Ministerio busca transformar el modelo de cuidados reduciendo la dependencia de las grandes residencias, impulsando en su lugar la atención domiciliaria y la teleasistencia. Esto podría mejorar la calidad de vida de las personas mayores y dependientes y aliviar la carga sobre las familias.
Impacto Económico y Social de los Cuidados
El cuidado de un familiar mayor tiene implicaciones profundas en la economía familiar. Con un costo medio de casi 2.000 euros mensuales para una residencia, muchas familias se ven obligadas a realizar sacrificios financieros significativos. Este costo es particularmente oneroso cuando se compara con la pensión media en España, que es de 1.439 euros, y aún más cuando consideramos las pensiones no contributivas de 517 euros, percibidas principalmente por mujeres que trabajaron en el mercado informal. Esta disparidad económica genera desigualdades dentro de las familias y entre regiones urbanas y rurales, donde el valor de las propiedades y los recursos disponibles varían considerablemente.
Además, cuidar a una persona mayor puede suponer una carga significativa, especialmente para aquellos que aún no se han jubilado y tienen que equilibrar sus responsabilidades laborales con el cuidado. Las personas de entre 55 y 65 años a menudo se encuentran en la difícil situación de tener que reducir su jornada laboral o incluso tomar excedencias, lo cual afecta la economía familiar.
Pero no se trata solo de tiempo y dinero; el esfuerzo de cuidar a un ser querido también tiene un impacto considerable en la salud física y psicológica de los cuidadores. Levantar a alguien de la cama, asistir en sus necesidades diarias, y ajustar toda tu vida en función de estas tareas conlleva un desgaste emocional profundo. Los cuidadores, con recursos limitados, hacen lo mejor que pueden, pero inevitablemente enfrentan un estrés que afecta su bienestar general.
El Rol Persistente de las Mujeres
A pesar de los cambios sociales, las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras en España. Esta persistente asignación de roles de género en los cuidados refleja una necesidad urgente de transformar no solo las políticas, sino también las normas culturales que vinculan el cuidado con una responsabilidad femenina.
Un Futuro Envejecido y sus Desafíos
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 25 años, el 25% de la población española tendrá más de 70 años. Este envejecimiento de la población incrementará significativamente la demanda de cuidados, en un contexto donde la capacidad de cuidar desde el ámbito familiar será cada vez más limitada. La reducción del tamaño de las familias y la participación laboral de las mujeres hacen que el modelo actual sea insostenible a largo plazo.
Conclusión
Es necesario transformar el modelo de cuidados para adaptarlo a las realidades contemporáneas. Promover la atención domiciliaria y la teleasistencia, mejorar las condiciones laborales en el sector de cuidados y reducir la dependencia de grandes residencias son pasos necesarios para construir una sociedad más justa y equitativa. Es fundamental que estas políticas se desarrollen y se implementen con una visión inclusiva, que considere las diversas realidades económicas y sociales de las familias en España. Solo así podremos garantizar que el cuidado de nuestros mayores y dependientes no se convierta en una carga insostenible, sino en una responsabilidad compartida y equitativa que refleje los valores de una sociedad solidaria y avanzada.
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